...que podamos desprendernos de la indiferencia, del estado de distracción en el que nos ha sumido el sinsentido de tantos mensajes publicitarios, tanta desinformación y tanto entretenimiento... Jaume Pagès

domingo, 16 de mayo de 2010

Un mundo mejor; parecemos empeñados en no querer lograrlo


Estimados amigos, nos adentramos en la segunda década del siglo XXI, todos los años con un 0 traen esperanza, es la oportunidad de una nueva etapa. Me acerco a esta hoja en blanco con las ganas de intentar entender lo que nos pasa, lo que podemos hacer y compartirlo con vosotros.

Hace unos años de una manera más o menos decidida, consciente o inconsciente, me entregué a la tarea de intentar entender este mundo un poquito e intentar encontrar alguna llavecita o tecla para conseguir que lo mejoráramos. Independientemente de mi “hoy” cotidiano y de los proyectos concretos emprendidos y trabajados ese creo ha sido siempre el objetivo a veces inconsciente del camino. Los años intentan engañarte con dosis de escepticismo y de desconfianza tanto en las capacidades propias como en el sentido y posibilidad reales de cambios. Pero paralelamente y con cierta frecuencia alguna noticia, constatación, lectura o punzada interna te vuelven a la realidad y al camino.


Hay acontecimientos de distinto grado que se han sucedido en los últimos tiempos (años, meses y días). Cumbres internacionales sobre la eliminación de la pobreza, sobre la eliminación del hambre, sobre el futuro ambiental y energético del planeta, sobre los arsenales y la fabricación nuclear… estamos en una profunda crisis financiera y económica en los países desarrollados…

Ante todas esas circunstancias los ciudadanos nos encontramos como sujetos pasivos que observamos como los políticos se insultan, los periodistas intentan sacar lo peor de ellos, y prácticamente nadie nos da un mensaje maduro, realista, motivador…

Las soluciones son “parches” que dependen de estructuras mayores que no controlamos y sobre las que parece que no tenemos la más mínima influencia. El mundo es así y punto. Es interesante ver a los Gobernantes tomar decisiones contra “sus principios” (y quiero pensar que los tienen) porque el pragmatismo y la responsabilidad obligan a ello. En España especialmente nos volcamos en las cuestiones de ámbito nacional o autonómico y automáticamente nos situamos al margen de los destinos europeos y mundiales como ciudadanos. Volcando todos nuestros afectos, resentimientos y presiones a ese nivel interno (que está muy lejos de los consensos necesarios y tomadores reales de decisiones sobre esas cuestiones).

Y prácticamente no nos planteamos los paradigmas internacionales que marcan y definirán cada día más nuestras vidas. Algunos de estos paradigmas parecen irreductibles, “verdades inquebrantables”. Muchos se están tambaleando estrepitosamente, otros han demostrado durante décadas su ineficiencia para resolver los problemas importantes del planeta, nuestros problemas.

Algunos datos:
a) La población con subnutrición acaba de superar los 1.000.000.000 de habitantes.
b) Los índices de CO2 están superando todos los registros muy peligrosamente.
c) El consumo de energía y sus perspectivas de futuro son completamente insostenibles.
d) Los índices de violencia están creciendo de manera muy alarmante en muchas de nuestras sociedades “en paz”.
e) El riesgo nuclear y la escalada armamentística no acaba de detenerse.
f) Muchos conflictos regionales permanecen enquistados y violentos.
g) La desconfianza en la política y los políticos crece. El desencanto y la apatía de los jóvenes es tal vez la más alta de la historia.

No pretendo ser catastrofista, también ha habido frutos y también hay brotes verdes. Se han conseguido cosas en los últimos 60 años (después de la segunda guerra mundial y la fundación de la ONU en 1948).

Pero la montaña de desafíos a los que nos enfrentamos parece que exige nuevas recetas, pues los medicamentos de las últimas décadas no están funcionando para solucionarlos. Desde nuestra posición de cierta estabilidad (hasta ahora) y de cierta influencia en las decisiones que pudieran beneficiarnos y mantener nuestro “status quo” no hemos estado muy interesados en cambios radicales y hemos cerrado los ojos antes señales, gritos… etc.

En el caso de España hemos podido contar con el apoyo de Europa para buscar un desarrollo “cohesionado”. Ese contexto europeo ha apoyado y defendido a nuestros sectores más débiles (rural) y nos ha mantenido en una pequeña burbuja respecto a otras realidades y contextos. Siempre hemos podido negociar internacionalmente manteniendo nuestros beneficios y ritmos (energéticamente, comercialmente…).

Pero el mundo está cambiando, y los pesos poblacionales, económicos, técnicos y formativos van mudando. Mi humilde percepción es que nada podrá ser igual que antes de la crisis. Por eso las soluciones un poco miopes que nos ofrecen nuestros políticos demagogos son tan falsas (como el discurso de Zapatero en la campaña electoral de hace un par de años negando la crisis) y poco convincentes, superficiales y cobardes como a las que nos habitúa el Señor Rajoy.

Esta crisis no se va a solucionar intentando todos mantener nuestro “status quo”, será imposible y las fichas del dominó irán cayendo; esta crisis es más profunda y es la oportunidad y el detonante para revisar nuestras sociedades, nuestros sistemas financieros, educativos, de valores y nuestro “proyecto mundial”.


Certezas de cambios necesarios

a) El primero de ellos es la necesidad de realizar una restructuración justa, práctica y efectiva del sistema de Naciones Unidas, y del peso de los Estados.
-Necesitamos un sistema justo donde el peso no dependa de los Estados ganadores en una Guerra producida hace más de 60 años, lo que de una manera directa nos indica que el poder político se sustenta en al supremacía militar, y legitima e incentiva cualquier estado a militarizarse para “tener voz”.
-El ámbito de las decisiones que tiene una influencia directa mundial (especialmente los energéticos, los ambientales, los atómicos, los derechos sociales mínimos) deben ser debatidos en ámbitos mundiales por encima de los intereses estatales específicos.
-Somos tanto o más ciudadanos del mundo, que ciudadanos “nacionales”. Millones de personas (normalmente las que se encuentran en peores condiciones sociales) no tienen ningún peso e influencia en las decisiones que a ellos les afectan. Necesitamos líderes políticos a los que podamos examinarles por la evolución del planeta y con una óptica de derecho universal. ¿Por qué no una democracia mundial? Nos llenamos la boca con la palabra “democracia” e incomprensiblemente no damos ese salto al nivel mundial, ni siquiera al nivel europeo (donde solo votamos a un parlamento con una motivación totalmente “estatal”). ¿Tenemos miedo? ¿Perderíamos muchos privilegios? No tiene que ser de hoy para mañana, ni de cualquier manera, pero cualquier solución de futuro tiene que pasar por eso.
-Paulatina implementación de un sistema fiscal “transnacional” de dimensión mundial. Está demostrado que los países con una mayor presión fiscal son aquellos que tienen una sociedad más equitativa y normalmente también más próspera (los impuestos sobre todos los directos favorecen la transferencia de rentas de aquellos mejor posicionados en nuestro sistema capitalista a aquellos más vulnerables), son los responsables en Europa de nuestro mayor equilibrio social, económico y la garantía de importantes prestaciones sociales. Casi nadie discute que son necesarios y justos (entre corriente más liberales o más socialdemócratas se puede debatir su tamaño mayor o menor tamaño; pero nunca su supresión). Sin ellos las garantías y derechos constitucionales serían imposibles de cumplir. ¿Cómo no existen impuestos mundiales? ¿cómo pretendemos emprender procesos de cohesión y desarrollo sin ellos? ¿cómo pensamos garantizar los Derechos y Acuerdos firmados una y mil veces por los Estados?. La Cooperación Internacional actual es una miseria desde el punto de vista cuantitativo (alrededor de los 80.000 Millones de Euros anuales entre todos los países donantes, menor que el paquete que la Unión Europea y el FMI prestará a Grecia, un país de poco más de 10 millones de habitantes, que es “desarrollado”) y es arbitraria y autodirigida.
Sobre el consumo de petróleo, sobre las transacciones financieras especulativas y sobre la propia renta debería haber un impuesto internacional. Sin duda, lo habrá.


b) Necesitamos una fuerte concienciación de que somos ciudadanos del mundo. Que el mundo depende de nuestras decisiones. Que el mundo será, o debería a ser, como nosotros queramos que sea. Que hay muchas cosas que hoy nos dicen que son inamovibles que pueden y deben cambiarse. Tenemos más capacidad tecnológica que nunca, tenemos más experiencia histórica, tenemos instrumentos para la medición y seguimiento de procesos mejores que nunca… cómo es que no podemos vivir mejor y más felices? Necesitamos reforzar nuestra escala de valores, necesitamos poner en su justa medida al individualismo personal, regional y nacional. Los desafíos para conseguir un mundo mejor son enormes, dignos de ser un verdadero desafío generacional. Nuestros sueños e himnos tal vez deberían ir más por ahí que por la defensa a veces irracional y “forofista” de nuestros Estados o Naciones.

Continuará... ¿Y tú que piensas?