...que podamos desprendernos de la indiferencia, del estado de distracción en el que nos ha sumido el sinsentido de tantos mensajes publicitarios, tanta desinformación y tanto entretenimiento... Jaume Pagès

sábado, 16 de mayo de 2020

Moriste demasiado pronto Julio, ¡aún estábamos en Mayo!

Moriste demasiado pronto Julio, ¡aún estábamos en Mayo! Nunca me atreví a escribirte, ni conversé contigo. En directo solo te vi en unas jornadas en Rivas Vaciamadrid, en 2013, volvía yo de Guatemala, eran tiempos de impulsar transformaciones tras el 15M, de tejer redes y tú presentabas el Frente Cívico Somos Mayoría, nunca paraste de idear ondas colectivas para derrotar a los Goliats del mundo.
Hasta hoy había creído que te había votado en mis primeras elecciones generales, pero comprobé, mientras esperaba en la cola de la panadería, que sólo te presentaste hasta las del 96. Por entonces yo sólo tenía 17 años, así que no tuve ese honor. Quiero recordar que me quedé triste con aquellos resultados, la sociedad española no te valoraba, no valoraba ese estilo de hacer política ético y pedagógico y el “sorpaso” del 96, quedaba en estancamiento electoral, y traería un gobierno neoliberal que seguiría con las privatizaciones que llevabas anunciando y denunciando desde finales de los 80.
Años antes, en 1991, ambos defendimos el No al Tratado de Maastricht; tú en el Congreso de los Diputados, yo en el Parlamento Escolar de Alcobendas. Tú perdiste con buenos argumentos, yo gané, con argumentos más dudosos, no tuve que enfrentarme al poder establecido sino al sentido común de compañeros de 12 y 13 años. Quiero creer que Mariano, mi profe de historia, me pasaría alguna de tus reflexiones para preparar en los recreos aquellos debates. Mariano y tú os habríais llevado bien, seguro.
Jo, se me caen las lágrimas Julio, llevo así todo el día, de forma intermitente. Nunca tuve un poster tuyo, ni me afilié a tu partido, pero siempre me has acompañado, como creo que a tantos otros de distintas generaciones, en la esperanza, realista y no ilusionista o dulcificada, de que la política es un espacio básico e irrenunciable para la construcción de un mundo más justo. Nos alentabas a estudiar caminos, a evitar dogmatismos, a ser honestos, a respetar al otro y a no perder la ambición de conseguir avanzar en las transformaciones necesarias.
Eres de los pocos políticos, tan pocos que no me viene otro a la cabeza, que nos corresponsabilizabas a los ciudadanos por lo que sucedía, que nos abroncabas por nuestro victimismo y falta de compromiso, por lavarnos las manos, por preferir la evasión al dolor de cabeza de pensar en lo colectivo. Renunciaste a la mercadotecnia electoral y hasta el final no dejaste de apelar a la inteligencia y al compromiso de las personas. En la sociedad líquida, gaseosa e individualista actual eso significa derrota en el corto plazo.
Decías hasta hace poco: “una de las cosas que tienen que hacer los políticos es explicar, explicar, explicar; socializar el saber, socializar el conocimiento y que la gente haga después lo que quiera” “así no lo vamos a cambiar nunca, hay que saber escuchar al otro, poner por delante la unidad aunque signifique renunciar a cosas, días amargos y tristes” “los que estáis en vuestra casa y pasáis de política, empezar a leer otras cosas, no sois rebeldes, el rebelde es el que se cuestiona lo que hay. Porque le contestéis mal a vuestra madre o a vuestro padre no sois rebeldes, eso es falta de educación pero no es rebeldía” “Para derrotar a Goliat, hay que saber que el tío tenía 4 metros…. hay que prepararse, hacer mucho trabajo con los demás, si no es música, muchachos”.
Moriste demasiado pronto Julio, ¡aún estábamos en Mayo!
Por ti va mi oración, tengo la esperanza de que aquellos que son honestos en la vida vencen a la muerte, aunque no lo pretendan. Aquí nos queda tu ejemplo, tu espíritu, tu memoria y un montón de procesos directa o indirectamente inspirados por ti.
Hoy toca llorar, mañana a trabajar porque tú forma de hacer política se convierta en normalidad, no te mereces menor homenaje.